Díganme Lobos, ¿quién no se cruzó algún similar tripero en el lugar más recóndito del mundo y sintió ese cosquilleo mitad orgullo-mitad nostalgia recorriendo todo el cuerpo?
A quién no le pasó de ir caminando y que se escuche, con voz perdida y ronca, un grito que suena al compás de alguna canción de tablón de 60 y 118, que parece tan familiar, y vos coreas el estribillo o simplemente respondés un fuerte “vamos Gimnasia carajo”.
No habrá palabra que describa ese instante, donde los ojos de ambos personajes adquieren un brillo único, digno de nuestra raza, la tripera, la única de la ciudad.
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Gimnasia te amo |
"Yo también soy tripero" fueron sus palabras. ¡Que bella situación!, y si ustedes supieran la alegría que le produjo ver los colores a este lobo fuera de su bosque, sus preguntas buscando que le cuente alguna novedad de “su” Gimnasia que no ve hace tanto tiempo por vaya a saber que cuestiones.
Pero aun estando lejos, mantiene viva esa llama que nos caracteriza, ese fuego inmortal que nos ratifica como Triperos de ley, de sangre azul y blanca, de corazón noble y leal, sin permitir que unos cuantos kilómetros lo condicione.
Porque nuestro amor sobrepasa los límites, no perece ante una finalización de torneo, ahí estamos nosotros, navidades, cumpleaños o festejos, con nuestra gloriosa camiseta de Gimnasia en donde sea, en el Bosque, o en el fin del mundo.
Díganme Lobos, ¿a quién no le pasó?..
Por Naacho Moreno